Nos separamos, ¿Cómo se lo decimos a los niños?
Antes de comunicarlo...
Diferenciemos: dejamos de ser pareja, pero no dejamos de ser padre y madre.
Evitemos en todo momento hacer comentarios peyorativos o culpabilizadores del otro miembro de la pareja delante de los niños. Lo ideal
es conseguir controlar los sentimientos de ambivalencia i resentimiento generados en el proceso de ruptura para poder controlar mejor este punto.
Todos los miembros de la familia pasaremos por un duelo inevitable, el duelo delante de la pérdida del sistema conocido.
Diferenciemos el papel de los hijos de otros papeles con origen en la ruptura. Evitemos aquellos procesos que pueden generar malestar en los niños: parentalización, exceso de responsabilidad, hijos-mensajeros…
Según como afrontemos la situación podemos evitar la presencia de dificultades emocionales en los niños.
Dejemos claro cómo quedará la situación postruptura de manera que se puedan solucionar las dudas que los niños puedan plantear. Hay que procurar dar respuesta a la estabilidad de su universo.
Debemos adaptarnos al momento evolutivo en el que se encuentran los niños a la hora de dar explicaciones.
Mientras lo comunicamos…
Lo ideal es que padre y madre lo comuniquemos de forma conjunta, y que seamos los primeros en hacerlo.
Evitemos justificaciones. Plantearemos que será una nueva manera de vivir, y que seguiremos siendo padre y madre, aunque no vivamos juntos.
Debemos insistir en que se trata de una decisión que hemos tomado como adultos, los niños no tienen nada que ver.
Les explicamos cómo quedarán las cosas después de la ruptura e insistimos en la posibilidad de poder contar con cualquiera de nosotros cuando el niño o la niña así lo requiera.
No hay que prometerles nada que no podamos cumplir.
Nos aseguraremos de que comprenden lo que está sucediendo, y ayudarles a manifestar sus sentimientos tanto en esta fase como en las fases posteriores.
Después…
Sigamos manteniendo una relación de comunicación sobre todo lo que pueda afectar a los niños.
Los niños son seres independientes, que no pertenecen a nadie, y nuestro papel como padres es protegerlos y proporcionarles lo que puedan necesitar.
Estaremos pendientes de cómo evolucionan los niños, identificando dificultades y tratando de solucionarlas, pero sin ser demasiado controladores.
Tengamos en cuenta que los niños y niñas diferencian bien los dos ambientes, el paterno y el materno, y que de manera adaptativa pueden tratar de no mezclarlos. Por otro lado, puede existir la tentación de sacar partido de la situación y generar involuntariamente conflicto entre los padres. Es por ello que, antes de juzgar al otro progenitor a partir de la información dada por los niños, hemos de asegurarnos de qué es lo que está pasando realmente.