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¡No sé qué hacer con este niño! Claves para educar en positivo


¡No sé qué hacer con este niño!, ¡No puedo con él!, ¡Siempre tiene que salirse con la suya! Muchos padres realizan este tipo de comentarios con frecuencia cuando se sienten incapaces de gestionar los problemas de comportamiento que presentan sus hijos.


El crecimiento y desarrollo madurativo de un niño se constituyen en un proceso que depende en gran medida del aprendizaje y en primera instancia son los padres los que inician ese proceso. Esto es, los padres son los que empiezan a enseñar a sus hijos a comportarse adecuadamente en base a los principios de la sociedad y cultura en la que viven.


Muchas veces se da por hecho que los padres ya disponen de las herramientas para llevar a cabo estas enseñanzas, pero los niños no vienen con un libro de instrucciones bajo el brazo, y no siempre es fácil gestionar el comportamiento de los hijos. Cada niño es un ser individual con sus propios gustos, deseos y necesidades emocionales, y como padres se deben tener en cuenta estos aspectos a la hora de educar.


La educación no es solo atender las necesidades básicas de los niños, sino que implica también enseñar a comportarse de forma libre y responsable, aceptando las normas que facilitan la relación con los demás y fomentando el desarrollo y autonomía personal.


Para que este proceso de enseñanza tenga éxito os planteamos seguir una serie de recomendaciones:


  • Tener objetivos claros sobre lo que se quiere enseñar a los hijos. Intentaremos que sean pocos y que se compartan por ambos padres.

  • Enseñar con claridad cosas concretas. Esto es, evitemos decir frases como “pórtate bien”, “sé bueno”, para los niños no significan nada. Tampoco se debe centrar el discurso en lo que no queremos que hagan. La idea es detallar con instrucciones claras y sencillas lo que queremos que hagan.

  • Dar tiempo para el aprendizaje y favorecer su adquisición como hábito. Aprender algo nuevo requiere de tiempo y práctica, y son los padres quienes deben proporcionar esa ayuda con apoyo verbal y físico si es necesario.

  • Valorar los intentos y el esfuerzo que hace el niño por mejorar. Es muy importante reforzar no solo el comportamiento deseado, sino también las aproximaciones al mismo.

  • Actuar como modelo de lo que se quiere enseñar. Esto es, hay que predicar con el ejemplo, un padre no puede pedir a su hijo que ponga la mesa si él no la pone nunca.

  • Confiar en los hijos. Es decir, no presionarles y animarlos en el proceso de aprendizaje, dejar que se equivoquen y actuar de guía.

  • Actuar y evitar los discursos. Una vez dejamos claro al niño lo que tiene que hacer, no debemos invertir tiempo en discursos para convencerlo. Se debe ser claro en lo que se pide, y también en las consecuencias de llevar o no llevar a cabo ese comportamiento.

  • Reconocer los propios errores. Esto es, asumir que nos hemos equivocado delante de los niños les puede animar a tomar decisiones, y a entender la equivocación no como un fracaso, sino como una oportunidad de aprendizaje.

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