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"Personas difíciles", ¿cómo podemos afrontar su comportamiento?



Muchas veces la convivencia genera conflictos, discrepancias que aumentan cuando adoptamos actitudes irracionales. Hay personas en las que esas actitudes irracionales son tan frecuentes, duraderas e intensas que solemos considerarlas “personas difíciles”. Cuando el comportamiento de alguien o su actitud nos resulta molesto, lo primero en lo que solemos pensar es en alejarnos, pero está opción no siempre es posible. Por ejemplo, cuando la persona difícil es nuestro hijo o un familiar cercano, ¿cómo podemos gestionarlo?


En ocasiones puede sernos útil pedirle un cambio de comportamiento a esa persona cuyo comportamiento nos incomoda, pero debemos tener en cuenta que puede que el otro no esté dispuesto a escucharnos o a complacernos, aunque tengamos razón.


¿Qué podemos hacer para afrontar la convivencia con personas difíciles sin dejar de ser asertivos y sin alterarnos más de la cuenta?

Aprender a detectar y cambiar pensamientos contraproducentes. La reacción más común cuando las personas que nos rodean tienen un comportamiento molesto es que nos sintamos mal, de ahí que con frecuencia digamos “me hace sentir mal”. Sin embargo, esta afirmación no es del todo cierta, lo que nos hace sentir mal no es lo que hace el otro, sino como nosotros percibimos esa conducta. Tenemos más control sobre este tipo de situaciones del que creemos, somos nosotros los principales responsables de nuestro malestar o bienestar emocional. Cada vez que afrontemos el comportamiento que nos incomoda de otra persona, podemos observar lo que estamos pensando y elegir pensar, y consecuentemente sentirnos y actuar, de la manera que más nos favorezca.


Utilizar mensajes positivos que nos ayuden a afrontar la situación. Podemos decirnos frases a nosotros mismos que nos ayuden a pensar, sentir y actuar como deseemos, teniendo en cuenta que serán más eficaces si los formulamos en positivo. Por ejemplo, en lugar de pensar “no tengo que enfadarme con mi madre”, es mejor utilizar el mensaje “me molesta que actúe de ese modo, hablaré con ella para intentar encontrar una solución”.


Reforzar lo que nos guste del otro. Si queremos modificar el comportamiento de alguien, se ha demostrado que el refuerzo positivo (los elogios, la atención, etc.) es mucho más eficaz que el castigo (los enfados, las críticas, etc.). Podemos reforzar las conductas deseadas cada vez que el otro se comporte como nos gustar, o cuando se aproxime (por ejemplo, estando contentos o elogiándole), y no responder o dejar de prestar atención a lo que nos moleste.


Ser asertivos al exponer nuestro punto de vista. Es importante ponerse en el lugar del otro (intentar comprenderle y ser receptivo), mostrarnos de acuerdo en lo posible, esto es, en todo, en parte o en su derecho a ver las cosas como las ve. Cuando el otro esté calmado podemos explicarle nuestro punto de vista y si hay algún problema buscarle solución.


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