Cómo gestionar la llegada de un hermanito
La llegada de un bebé es un acontecimiento único que conlleva mucha alegría, pero también muchos cambios tanto para los padres como para el resto de la familia. Si en casa ya hay otros niños, un hermanito o hermanita puede suponer para ellos la posibilidad de compartir nuevos juegos y experiencias. No obstante, el hecho de que la vida familiar pase a regularse en función de las necesidades del recién nacido puede hacer que el hermano mayor se sienta desplazado y que aparezcan los celos hacia este nuevo miembro de la familia.
Es frecuente que la llegada de un/a hermanito/a traiga consigo importantes cambios conductuales en los hermanos mayores, incluso hasta producir una regresión. Por ejemplo: niños mayores que vuelven a pedir el chupete o a hacer pipí en la cama. Además, pueden mostrarse más tristes o irritables y aprovechar momentos en los que creen que no se les ve para incluso agredir físicamente al recién nacido.
Con el objetivo de evitar los celos y para fomentar una relación positiva entre hermanos, os planteamos una serie de recomendaciones para tratar el tema antes del nacimiento del bebé:
Hacer partícipe al hermano mayor de los preparativos para la llegada del bebé, por ejemplo, a la hora de comprar ropa, preparar su habitación, etc. Elogiar su actitud positiva y colaboradora.
Destacar las ganancias que supone tener hermanos, al compartir juegos, experiencias, etc.
Evitar expresiones sobre posibles cambios negativos, como “tendrás que cuidarlo porque ya eres mayor” y fomentar verbalizaciones que hagan referencia a aspectos positivos de la llegada del nuevo hermano, por ejemplo “con un hermano te lo pasarás muy bien, podréis jugar juntos”.
Evitar que coincidan cambios bruscos en la dinámica diaria del niño/a con la llegada del bebé. Por ejemplo, adelantar o retrasar la entrada en la guardería o un cambio de habitación, para que el niño no asocie el nacimiento de su hermano con la idea de que pierde su espacio.
Una vez ya ha nacido el bebé, os planteamos estas pautas:
Involucrar a los hermanos mayores siempre que sea posible en las tareas de cuidado del recién nacido (baño, alimentación, etc.) y fomentar su actitud positiva con refuerzo verbal, por ejemplo “que bien lo haces”, “me ayudas mucho”, evitando recriminaciones cuando intente el acercamiento.
Reservar tiempo y espacios para atender al/los hermano/s mayores de manera exclusiva. Siempre que se pueda, dedicar tiempo a hablar con ellos o a realizar alguna actividad a solas, por ejemplo, leer un cuento, ayudarle con alguna tarea, etc. Así se les demuestra que no necesitan llamar la atención para que los padres estén por ellos.
Realizar muestras de afecto hacia todos los hijos por igual. A veces, los padres sin darse cuenta centran las muestras de afecto en el bebé, es importante que muestren su cariño a todos los hijos en la misma medida.
Elogiar y valorar a los hijos mayores ante los demás, supone una forma de reconocer su comportamiento y también de reforzarlo para que se repita.
Ignorar los comportamientos negativos recurrentes con los que el hermano mayor intenta llamar la atención, y reforzar las conductas adecuadas, o cuando el niño demuestra interés y esfuerzo por superar sus celos con gestos de cariño y reconocimiento verbal.
La cooperación familiar y la existencia de oportunidades para participar en la dinámica que implica la llegada del recién nacido no solo fomentan la creación de una relación de afecto entre hermanos, sino que también favorecen su desarrollo emocional y su autoestima.