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¿Qué es el apego?



La infancia es una de las etapas de la vida más importantes. Supone un periodo de cambios en el que los más pequeños tienen que aprender e interiorizar en relativamente poco tiempo muchos aspectos que determinarán su funcionamiento y forma de entender el mundo en la etapa adulta.


Uno de los factores más necesarios e importantes en este proceso de evolución es el apego. En los primeros años de vida el apego es el vínculo o sentimiento que une al niño con una o varias personas de su entorno familiar más cercano. Se crea en los primeros meses de vida, dando lugar a un modelo interno de relaciones afectivas que puede modificarse a partir de experiencias nuevas.


El apego es una necesidad. Los niños necesitan de alguien que les cuide para poder desarrollarse. Necesitan afecto, atención y contacto, lo que permitirá que su cerebro se vaya desarrollando adecuadamente como resultado de las dinámicas de relación social que se empiezan a vivir.


¿Qué tipos de apego existen?

  • Apego seguro. Las figuras de apego (padre o madre principalmente) responden de forma adecuada a las emociones de los más pequeños. Los padres actúan como guías en el aprendizaje de las emociones y se comportan con seguridad y confianza en situaciones nuevas para los niños. Los niños con apego seguro son capaces de comprender sus emociones y les cuesta menos regularlas, buscan la proximidad, manifiestan una ansiedad normal en las separaciones de las figuras de referencia y no cuesta reconfortarles.

  • Apego evitativo. Las figuras de apego son poco responsables e intolerantes con los niños, creen que todo lo que hace están mal, les riñen constantemente y les rechazan. Los niños no sufren ansiedad por separación, evitan los rechazos y los castigos y sufren, saben que no se les quiere. Suelen ser poco cooperativos y agresivos.

  • Apego ambivalente. Los padres a veces reaccionan bien o otras no. Suelen jugar menos, ser poco sensibles a las necesidades de los niños, tienden a responder solamente cuando el niño se queja. Los niños en estos casos sufren mucha ansiedad, cuesta mucho consolarles, les cuesta seguir las reglas. Tienden a ser desconfiados y no saben pedir ayuda cuando la necesitan.

  • Apego ansioso desorganizado. Los padres no tratan bien a sus hijos, los manipulan a través del maltrato físico o psicológico. Los niños suelen estar desorientados, poco motivados por conseguir sus objetivos. Suelen tener angustia y miedo a las figuras de referencia, de ahí que busquen a otros adultos que los suplan.

El establecimiento de un apego seguro favorece un desarrollo emocional sano en los más pequeños, de ahí la importancia en trabajar el vínculo desde la primera infancia y crear relaciones de calidad.

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