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Pensar en positivo. El optimismo como forma de vida



Una de las mejores formas de encontrar el bienestar emocional es pensar en positivo. No nos damos cuenta de cómo influyen nuestros pensamientos en nuestro estado de ánimo y en nuestra propia salud, ni de la influencia que tienen en la gran mayoría de actos que realizamos diariamente. De hecho, está claro que pensar de forma positiva es una de las mejores estrategias para combatir el estrés y la ansiedad ya que nos ayuda a hacer frente a los problemas que van apareciendo en nuestra cotidianidad con mayor predisposición, y también favorece que nos sintamos personas más llenas y felices.


Las investigaciones neurocientíficas han demostrado que un pensamiento negativo nos daña el cuerpo unas seis horas de media. Teniendo en cuenta que tenemos unos 50.000 pensamientos diarios y que la gran mayoría son negativos, repetitivos y del pasado, calcula el daño que estás causando a tu cuerpo por tu forma de pensar… Gracias a la plasticidad, si modificamos nuestra forma de reconocer, interpretar y aprender del mundo, nuestros cerebros también cambian. Pensar en positivo requiere un entrenamiento de nuestro cerebro y una vez realizado, repercutirá de forma favorable en cómo respondemos ante las cosas que pasan en nuestro entorno. El cambio no será inmediato, pero cuando te quieras dar cuenta, si vas bloqueando los pensamientos negativos y generando otros alternativos y más funcionales, éstos últimos aparecerán de forma automática y desaparecerá el bloqueo emocional.


Además de pensar en positivo, es importante para nuestro estado de salud mantener relaciones positivas. Las personas somos seres sociales, y en este contexto es conveniente fomentar relaciones que nos aporten sentimientos y vivencias satisfactorias, para no cargar con el peso de relaciones negativas o tóxicas que nos comporten preocupación y malestar. Recordemos que las personas somos como un imán, ante una actitud positiva atraemos cosas positivas mientras que ante una actitud negativa todo aquello que atraemos hacia nosotros suelen ser cosas negativas. Es importante rodearse de gente optimista, pues el optimismo se contagia.


Algunos tipos de pensamientos que encontramos en el ser humano son los siguientes:


  • Pensamientos necesarios. Son aquellos que nos ayudan a planificar nuestro día a día, y con los que establecemos nuestras rutinas. Por ejemplo, a qué hora nos levantamos, que ropa nos vamos a poner, que tareas hay que realizar y cómo. Este tipo de pensamientos son buenos pues nos ayudan a organizar la vida día tras día.

  • Pensamientos negativos. Son pensamientos dañinos que no sólo nos afectan a a nosotros mismos sino a la gente que tenemos alrededor, y que pueden causar estrés, insomnio, agitación, pérdida de cabello, etc.

  • Pensamientos inútiles. Son aquellos que no sirven para nada, del tipo “si hubiera hecho” en el pasado cuando se toman decisiones equivocadas en vez de hacer frente a la situación. También existen sobre el futuro olvidando que, si bien hay que pensar en el futuro y tener metas, lo mejor es estar centrado en el presente.

  • Pensamientos positivos. Son los pensamientos por excelencia que nos ayudan y dan seguridad para realizar todo aquello que hacemos cada día, solventando los obstáculos que vamos encontrando.


Pensar de forma positiva no implica que se dejen de tener problemas, sino que supone una forma de facilitar que se puedan explorar alternativas para salir de ellos favorablemente. Afrontar las dificultades del día a día pensando en positivo evitará que aumenten los niveles de estrés y ansiedad, favorecerá que mejoren las relaciones sociales y también la salud.


Sonreír elimina la tensión y la negatividad. Las quejas y lamentos son grandes aliados de la negatividad ya que atraen aquello que percibimos que no va bien. Las influencias negativas de las relaciones como los rumores, lamentaciones y comentarios mal intencionados no aportan nada bueno tan solo que carguemos nuestra mochila de negatividad con aspectos externos a nosotros mismos. Enfadarse por tonterías implica gastar una energía que podemos aprovechar para aspectos más fructíferos. Hay que vivir el presente con serenidad, pues el pasado no puede cambiarse y el futuro no siempre es predecible.


“Tener un pensamiento positivo no implica no ser responsable de los actos que realizamos, sino afrontar las situaciones cotidianas de la forma más funcional posible para obtener un resultado óptimo y consecuentemente mejorar nuestro bienestar emocional”


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