Discutir delante de los hijos: consecuencias y soluciones
Las discusiones forman parte de nuestro día a día, no siempre estamos de acuerdo en todo con los demás y el roce de la convivencia hace que muchas veces pequeños desacuerdos puedan terminar en conflicto.
Cuando las discusiones se dan entre diferentes miembros de la familia, a cada uno pueden afectarle de manera diferente, pero cuando se trata de los niños hay que prestar especial atención. Es probable que si presencian discusiones entre sus padres con frecuencia acumulen pensamientos negativos que les generen malestar, especialmente miedo e inseguridad.
¿Qué consecuencias psicológicas pueden afectar a los más pequeños cuando los padres discuten con frecuencia en su presencia?
Miedo. Sienten incertidumbre, los niños no saben como ha empezado ni como va a terminar la discusión, lo que puede causarles angustia y miedo.
Culpa. Cuando no saben las causas de la discusión de los adultos, es probable que terminen pensando que son ellos los responsables.
Inestabilidad emocional. Puede generarles baja autoestima, un factor que puede influirles a lo largo de su vida.
Imitación de conductas negativas. Los niños hacen lo que ven, así que si observan a sus figuras de referencia manifestando sus desacuerdos mediante discusiones, es probable que ellos hagan lo mismo con las personas con las que se relacionan.
Llamadas de atención y comportamientos regresivos. Debido a la falta de seguridad, es frecuente que intenten llamar la atención o que vuelvan a manifestar actitudes que ya tenían asumidas (dormir o comer solos, hacerse pipi, etc.).
Para evitar estas consecuencias negativas en los más pequeños, y que no se conviertan en víctimas de las desavenencias de los adultos, ¿qué pueden hacer los padres?
Evitar hablar delante de los niños de temas que sabemos generan desacuerdo entre la pareja. Es recomendable abordar estos temas en la intimidad y desde la calma.
No desautorizar al otro miembro de la pareja delante de los niños. Es importante dar imagen de unidad, y resolver las discrepancias que puedan existir entre los padres en privado.
Cuando se produce una discusión delante de los niños, es importante que también se dé la reconciliación delante de ellos. De esta manera enseñamos que el error forma parte de la vida, y que lo importante es aprender de ellos.
Fomentar la comunicación asertiva entre todos los miembros de la familia. Esto es, expresar las emociones y opiniones desde la calma, y ser empáticos. Tener en cuenta que el otro puede pensar de forma diferente, aunque no compartamos su punto de vista.
Huir de lo silencios. A veces se piensa que es mejor no hablar para evitar conflictos. Los problemas no se resuelven solos, aunque hay que tener en cuenta que para solucionarlos es mejor hablar desde la calma, para poder pensar antes de hablar.
Tener claros cuáles son los límites, es importante que los adultos seamos conscientes de que hay líneas rojas que no se deben cruzar, empezando por el respeto mutuo.
Si bien las desavenencias forman parte de la convivencia, es importante tener presente que los adultos, y especialmente los padres, somos modelos a seguir por los más pequeños, de ahí la importancia de saber priorizar, y establecer como nuestro principal objetivo el preservar su bienestar emocional.